Por las tardes, Paulina ponía a Teresa sobre sus rodillas, sacaba un libro religioso y se lo leía. Después de leérselo Teresa hacía multitud de preguntas, en una ocasión en concreto Teresa estaba muy preocupada acerca de que las buenas acciones de cada persona, grandes o pequeñas, no compartirían igualmente la Gracia de Dios. Paulina le dijo que trajese un vaso de su padre y un dedal. Entonces llenó ambos de líquido y le preguntó a Teresa que cual de los dos estaba más lleno. Teresa respondió que ambos estaban igualmente llenos. Paulina le explicó a Teresa que las buenas acciones de cada persona, independientemente de su posición en la sociedad, tendrían un lugar igualitario en la Gracia de Dios. No hay razón por la que se deba sentir envidia por lo que otro ser humano ha hecho o dejado de hacer por la Gracia de Dios. Las preparaciones para el comienzo de la educación formal de Teresa eran una prioridad para Paulina antes de que ésta entrase en una escuela Benedictina en Lisieux. Paulina dio lecciones a Teresa no sólo sobre gramática, catecismo, sino también sobre Piedad. Paulina acostumbró a Teresa a los rigores de la escuela antes de ir a ella, impartiéndole las lecciones y luego calificándoselas. Teresa fue premiada por sus éxitos pero también reñida por sus faltas. Años más tarde, Teresa se preguntaba: “me he preguntado muchas veces como fuiste capaz de criarme con tanto amor y ternura sin malcriarme. Nunca permitiste que una falta mía quedase sin una reprimenda y cada queja era verdaderamente merecida.” (SST) Teresa iba a alcanzar la edad de su primera confesión. Para prepararla Paulina hacía que examinase su conciencia cada día para ver si cometía o no algún pecado. Paulina le pidió que confesase sus pecados al sacerdote como si estuviese hablando con Dios. Teresa le dijo a Paulina sobre su primera confesión: “Me dijiste que cuando estuviese confesando mis pecados al sacerdote, realmente lo estaba haciendo a Dios. Te pregunté si debería también decirle que le amaba como si fuese Dios en carne viva y tu dijiste que si.” Paulina trabajó con Teresa en el estudio del catecismo para prepararla para su Primera Comunión. Más tarde, María siguió enseñándole, cuando Paulina entró en la comunidad Carmelita. La Generosidad fue siempre el espíritu que reinó en la casa de la familia Martin. Les Buissonnets no sería una excepción. Los pobres se agrupaban alrededor de la casa cada lunes para recibir algún tipo de caridad. Paulina hacía que Teresa se encontrase con ellos en la entrada de la casa para enterarse de cuáles eran sus necesidades. Cuando se enteraba, Teresa volvía y se lo contaba a Paulina. Paulina entonces decidía que distribuir a cada uno, si comida, ropa o dinero para los necesitados. Incluso si la persona que lo necesitaba no podía ir a su casa, ellos hacían el esfuerzo de ir a las casa y ayudarles. Fue una gran lección para Teresa que Paulina le enseñó, el hacer frente a sus temores y superarlos. Durante los momentos de relajación y descanso las niñas se sentaban junto al rio, donde dibujaban el paisaje o trabajaban en sus bordados mientras su padre pescaba. Paulina preparaba siempre una cesta de comida para sus pequeñas aventuras. Después de cinco años en Les Buissonnets, fue momento para que Paulina respondiese a su llamada a la vida religiosa. Ella tenía en mente el convento de la Visitación en Le Mans. Viajaba muchas veces a su antiguo Internado, donde hablaba con la Madre Superiora acerca de entrar en el convento. Pero Dios tenía otros planes para que ella le sirviese. El 16 de Febrero de 1882, mientras rezaba frente a la estatua de la Virgen del Monte Carmelo en la Iglesia de San Jaime, Paulina recibió la revelación de que tenía que convertirse en monja carmelita. Siguiendo esta revelación Paulina empezó a visitar frecuentemente el Monasterio de las Carmelitas en Lisieux, donde hablaba con la Priora acerca de entrar a formar parte de su Orden. Pero en aquel momento, en Carmel de Lisieux el que ella quería entrar no había sitio para ella en el Monasterio. Así que buscó la opción de entrar en el Monasterio Carmelita de Caen. Justo en el momento en el que Paulina estaba a punto de aceptar entrar en este monasterio, una postulanta del Monasterio Carmelita de Lisieux murió de repente, dejando la vacante libre para que Paulina pudiese entrar. Paulina tenía la enorme tarea de contarle a su padre sus intenciones de entrar en el Monasterio Carmelita. Preocupada por cómo reaccionaría. Paulina se lo dijo cuando él acababa de rezar. Para su sorpresa, él tomó las noticias con mucha calma. La única preocupación que su padre tenía era por los frecuentes dolores de cabeza que Paulina sufría. Aunque, más tarde ese día, él se acercó a ella y le dijo: “Mi Paulina, te doy permiso para entrar en el Carmelo por tu propia felicidad, pero no pienso que esto sea un sacrificio mío, porque te quiero mucho.” (SF) Por otro lado, Paulina nunca tuvo la oportunidad de decírselo a Teresa. Mientras Paulina y María estaban hablando sobre su entrada, Teresa las oyó hablar y se lo tomó muy mal. Corrió a su dormitorio y empezó a llorar. Se sentía traicionada porque Paulina se iba sin ella. Previamente, ellas habían hablado de ser “dos ermitañas en el desierto” y el Carmelo iba a ser el desierto de Paulina. Teresa pensaba que Paulina hablaba en serio, aunque, cuando ésta se lo dijo no era en serio. Para Teresa fue la primera percepción de que perdería a otra madre. Más tarde ese día, Paulina le explicó a Teresa sus razones para dejar su hogar calmando así sus miedos. Antes de entrar en el Carmelo en octubre, Paulina y su familia fueron de viaje juntos a Alencon por última vez. Allí estuvieron con la madrina de Paulina, Paulina Romet. Como señal de respeto hacía su amada madres y hacía sus hermanos y hermanas, fue al cementerio y rezó junto a la tumba de su madre. Paulina quería decir su último adiós antes de entrar. Justo al llegar a Lisieux, Paulina pasó algún tiempo preparando sus cosas para el gran día. El 2 de Octubre de 1882, Paulina entró en el monasterio Carmelita como postulanta. Luis, su tío Isidoro y María la acompañaron a la capilla para ir a Misa. Después de la Misa, Paulina dijo adiós a su familia y entonces fue bienvenida en la puerta del claustro por la Madre Genoveva. Acompañada por una de las hermanas, le mostraron el monasterio. La llevaron a su nueva celda donde se cambio de ropa y vestida con un “largo vestido azul cubierto por una capa negra y un gorro oscuro.” (TOL) La iniciación en las tradiciones de la Orden Carmelita había comenzado para Paulina. Más tarde ese día, le dieron la oportunidad de ver a sus hermanas pequeñas Celina y Teresa durante unos 30 minutos mientras ella estaba detrás de la reja en la zona de recepción. Teresa aún estaba dolida por la marcha de Paulina y le dijo: “Fui débil, tan débil que pensé que se me estaba sometiendo a una prueba que pareció muy por encima de mi fortaleza.” (ST) Paulina la consoló explicándole porque había entrado en el monasterio Carmelita. “Mi vocación no es donde vivo o con quién vivo o cuantas oraciones rezo. Es simplemente una llamada del Señor, una invitación a que me acerque a Él en una vida de total consagración.” (ST) Teresa tuvo una misteriosa enfermedad, que duro varios meses después de que Paulina entrase en el convento. La familia incluso pensó que no podría atender a la ceremonia de toma de hábitos de Paulina en Abril. Pero Teresa recuperó fuerzas, lo bastante para ir a la ceremonia de su hermana. Más tarde, Teresa dijo que la enfermedad durante ese tiempo la había causado el demonio mismo. El demonio no quería que Paulina entrase en el monasterio carmelita y estaba enfadado sobre las posibles represalias que la familia Martin tomaría en el futuro. El 6 de Abril, Paulina se convirtió oficialmente en novicia y fue bautizada con el nuevo nombre de Sor Inés de Jesús. Paulina dejo el claustro y se reunió con su padre que fue rápidamente a la puerta. Acompañada de su padre, se fue a la zona de recepción para ver a su familia. Cuando Paulina estaba reunida con su familia, Teresa se acercó a ella y Paulina la sentó en sus rodillas donde le dio un montón de besos para consolarla. Después de esa breve reunión, era momento de que la ceremonia empezase. Paulina, en su bonito vestido de novia, vestida de satén blanco y con su cabeza cubierta de un velo de encaje, fue acompañada por su padre hasta el altar. Padre Ducellier, el consejero espiritual de Paulina era el oficiante de la ceremonia. La familia se sentó cerca en la capilla. Después de la ceremonia, el padre de Paulina la acompañó de vuelta a la puerta del claustro donde fue recibida por la Priora. Paulina anduvo por la habitación del coro donde se quitó el vestido de novia y los reemplazó con su hábito de monja y un velo blanco. Paulina fue autorizada a ver a su familia una vez más pero esta vez tendría que estar oculta detrás de la reja. En honor de la ceremonia de Paulina, su padre, dio al monasterio Carmelita dos candeleros dorados de bronce con cristales. Durante el tiempo del noviciado de Paulina, ella aprendió la práctica de la devoción del a Sagrada Cara bajo la dirección de Madre Genoveva de Santa Teresa. En el monasterio Carmelita de Tours, una hermana recibió revelaciones sobre los misterios de la Sagrada Cara. Después de aprender estas revelaciones, Madre Genoveva entonces invocó la práctica de esta devoción en su propio Monasterio. Paulina siguió fielmente la devoción de la Sagrada Cara. Cuando sus hermanas vinieron a unirse más tarde, ella les introdujo esta devoción también. Más tarde Teresa dijo: “Fue Paulina quien me desveló la profundidad de los tesoros escondidos en la Sagrada Cara por el Salvador.” (SG) Las enseñanzas de San Juan de la Cruz fueron esenciales en la devoción de Paulina. Ella practicó las mortificaciones para liberar su corazón de las posesiones materiales, que de otra manera prevendrían que ella sirviese a Dios completamente. Llenando este hueco en su corazón, lo volvería hacía un amor incondicional a Dios. Paulina usaría la oración como foco central de su búsqueda de Dios y permitiría que Él reformase su corazón. Paulina no usaba la oración para buscar lo que ella quería sino para lo que Dios quería para ella. Como acto de devoción hacia Dios, Paulina hacía muchas penitencias para salvar muchas almas. Los talentos de Paulina para pintar miniaturas, de niña, trascendieron a su vida en el monasterio. Usó sus extraordinarios talentos para pintar imágenes religiosas en tarjetas, cartas y estatuas. Escribió adorables trabajos de poesía promocionando el amor incondicional a Dios para ser fiel. Paulina fue también asignada con la tarea de dar sus servicios para proveer a la Comunidad, organizando la zona de comedor para cada una de las comidas de la comunidad. Aunque Paulina vivía en el monasterio, siguió preparando a Teresa para su primera comunión. Paulina le dio un cuaderno de terciopelo azul, con sus iníciales grabadas. Ella tenía que hacer una lista con todos sus sacrificios y actos de caridad cada día y equipararlo con una flor. Cuando ella iba a recibir la Primera Comunión, lo coordinaron para hacerlo el mismo día que Paulina hacía su Profesión, ella podía enseñar cuantos sacrificios había hecho por Jesús, mediante la representación de flores. Paulina la animó a que amase cada acto de caridad y sacrificio que hiciese. En una carta, Paulina refuerza esta idea diciendo: “Sabes, querida, que tus flores necesitan calor para florecer a los pies de Jesús.” (TL) Aunque, más tarde, la hermana de Paulina sería conocida como la “pequeña flor”, sacrificándose por Jesús. A medida que los días se acercaban para la Primera Comunión de Teresa, Paulina le envió una tarjeta blanca y negra en la que había una imagen de Jesús detrás de una reja, debajo había una flor con el nombre de Pauline escrito debajo. Cuando Teresa vio la imagen de Jesús detrás de la reja, le dio esperanza de que un día ella también sería una flor para que Jesús arrancase. El 8 de Mayo de 1884, Paulina hizo su Profesión en la Orden Carmelita. Vestida con un velo blanco de novicia, llevo una corona de rosas alrededor de la cabeza. Entró en la habitación del capítulo y anduvo hacia la Madre Genoveva. Se arrodilló delante de ella e hizo sus votos con sus hermanas Carmelitas como testigos. Debido a la Regla de la Orden Carmelita, la familia de Paulina no estaba autorizada a ver la ceremonia de profesión. Aunque, más tarde, su familia fue a visitarla en la zona de recepción donde la felicitaron y congratularon por haber hecho su profesión. El padre de Paulina le dijo lo “Orgulloso que estaba de ella y lo agradecido que estaba a Dios por haberle dado una vocación tan alta.” (SF) El 16 de Julio de 1884, la familia Martin fue a la capilla Carmelita para ver la ceremonia final de toma de hábitos. Su padre tuvo el honor de asistir al Padre Ducellier durante esta ocasión especial. El velo blanco de Paulina fue sustituido por uno negro. Una corona de rosas fue puesta sobre el velo negro. Después de la ceremonia, la familia vino a visitarla en la zona de recepción. Teresa viendo a Paulina en su nuevo hábito negro, se dio cuenta de que ya no iba a ser la madre sustituta que una vez había sido. “Ella siempre me quiso, rezo por mí, pero a mis ojos se convirtió en una Santa.” (TL) Paulina había tomado los últimos pasos para dar su vida entera a Dios. María, la hermana mayor de Paulina, mostró interés en unirse a Paulina en el monasterio Carmelita. Ella también, tenía vocación, con algunas reservas sobre la austeridad de la Orden antes de entrar. El 15 de Octubre de 188, Paulina abrió sus brazos para recibir a María en el monasterio Carmelita. Se le dio el privilegio de acompañar a María alrededor del monasterio así como de iniciarla en las tradiciones y normas. Las dos hermanas que una vez fueron inseparables mientras estaban en el Internado, ahora estaban juntas de nuevo. Teresa, la hermana más joven de Paulina, también mostró interés en unirse a la Orden Carmelita. Paulina le preguntó si quería ir porque ella estaba allí o si realmente Teresa tenía vocación para ser Carmelita. Teresa le aseguró que realmente quería ser carmelita. Paulina le explicó los rigores de ser carmelita. Aún así, no convenció a su hermana para olvidar sus intenciones de unirse al monasterio. Paulina urgió a su hermana a hablar con la Priora y hablarle de sus ambiciones de convertirse en Carmelita. La Priora accedió y le dijo que ella necesitaba permiso del Obispo para entrar en la Orden tan joven. Este obstáculo no lo era a los ojos de Teresa. Su tío Isidoro era opuesto a la idea de que entrase en el monasterio. Paulina intercedió a favor de su hermana escribiendo a su tío y convenciéndole de que le diese permiso. Después de recibir la carta de Paulina, su tío accedió a la entrada de Teresa. Cuando Teresa fue a ver al Obispo Hugonin, él se opuso a la entrada en el monasterio por la edad de ella. Sólo quedaba una opción que era ver al Papa mismo y pedirle permiso. Antes de que la familia fuese en peregrinaje. Paulina insistió en que Teresa no hablase con el Papa sobre su entrada. Pero se retractó después de que la familia dejase Lisieux. Paulina instruyó a Teresa sobre lo que tenía que decirle al Papa en un mensaje que le envió mientras estaban en Roma. Canon Deatroëtte oyó lo que estaba pasando en Roma. Fue a ver a Paulina y a su Priora. Se volvió muy caustico en su forma de tratar a ambas y siempre se opuso a la entrada en el convento. Paulina recibió una reliquia de la Iglesia de St. Inés de parte de Teresa y Celina después de que volviesen de su peregrinaje por Italia. Era una pequeña pieza de mármol con un mosaico que había caído mientras estaban allí. El mosaico era original del tiempo en el que la iglesia fue construida. Teresa quería enterarse si el Obispo Hugonin había cambiado de opinión sobre su entrada al Monasterio Carmelita. A principios de Diciembre de 1887, Paulina ayudó a Teresa a escribir una carta al Obispo Hugonin. Paulina editó la carta y pintó una bonita tarjeta que la acompañaba. El 15 de Diciembre, Teresa le envió finalmente la carta. A finales de Diciembre de 1887, Obispo Hugonin cambió su opinión y garantizó a Teresa la entrada en el Monasterio Carmelita. Paulina sugirió que su hermana pequeña entrase después de Semana Santa. No sólo por la Cuaresma sino también para dar tiempo al Canon Deatroëtte de sobreponerse a su oposición. Más tarde Teresa recordaba este evento y decía a Paulina: “sólo había una persona que me animase en mi vocación y fuiste tú Paulina… tu corazón es fiel eco del mío. Pero cuando la crisis llegó, fuiste tú quien me indicó el camino a seguir.” (SS) Después de todos los obstáculos que la entrada de Teresa en el monasterio Carmelita desapareciesen, ella le escribió a Paulina un mes antes de su entrada y le dijo: “Oh Paulina, soy tan feliz de que el buen Dios me haya dado una hermana como tú. Espero que reces por tu niña pequeña, que ella pueda corresponder a las Gracias que Jesús en Su Bondad le dé. Ella necesita de tu ayuda porque ella es muy poco de lo que quiere ser.” (CL) Una tradición de la Orden Carmelita fue el que sus monjas profesadas fuesen a un retiro anual. Durante el mes de Mayo, Paulina se iría de retiro coincidiendo con su aniversario como monja. El retiro anual de Paulina era utilizado como una oportunidad para ofrecerse a Dios. Ella pasaba 10 días en aislamiento de las otras monjas. Cuando se viese obligada a estar en presencia de las otras monjas ella ocultaba su cara. Si había necesidad de cualquier comunicación con las otras monjas se hacía por escrito y sólo después de que la Priora diese su consentimiento. En Enero de 1889, Paulina se puso muy enferma. Sufría constantemente de dolores de cabeza severos lo que hizo difícil que cumpliese con sus deberes. Teresa estaba muy preocupada por ella y pensó que podía morir. Su ceremonia de novicia iba a ser el 10 de Enero y ella quería que Paulina fuese testigo de cómo ella tomaba el velo. Esto significaba mucho para Teresa, especialmente después de haber superado tantos obstáculos para entrar en el convento. Teresa envió una nota a Paulina diciendo: “Sé que tienes un dolor de cabeza terrible... esto me causa dolor porque tengo miedo de que el amado Jesús te lo cause para que extiendas tus alas…No mueras…Espérame que te seguiré.” (CL) Paulina fue el mayor instrumento en ayudar a Teresa a alcanzar su punto máximo de fe durante su noviciado. En Mayo de 1889, Paulina obtuvo permiso, de la Priora, para escribir durante su retiro. Teresa alude a esto cuando responde a la carta de Paulina: “Gracias a mi querido corderito por dejar a su bebé cordero oír una vez más la música del Cielo. Fue una brisa ligera para su rama… es el corazón, más que los ojos, el que fue capaz de oír la música de Santa Cecilia. No perdió ni una palabra.” (CL) El sueño de Paulina de vivir en una ermitaña en el desierto aún resonaba en su corazón y mente. Paulina sentía que el propósito de su existencia no sería ser mártir y derramar su sangre por Jesús. Sino el fruto de su existencia sería dar todo su amor a Él y sólo a Él. Los severos dolores de cabeza de Paulina le ocasionaban náuseas y vómitos lo que ocasionaba gran preocupación a sus hermanas. Ellas intentaban vigilarla de cerca incluso cuando ella estaba de retiro. Sus hermanas mandaban notitas animándola a soportar su sufrimiento por amor a Jesús. Teresa escribió: “El corderito suplica que no te vayas al Cielo. Si tu lugar está allí ya preparado, por favor, espérame para que podamos ir juntar a casa. Rezo para que estés más tiempo aquí en la tierra, en exilio.” (CL) El padre de Paulina sufrió varios ataques y fue enviado a Caen para ser vigilado. Durante este tiempo de sufrimiento para la familia entera, ambas Leonia y Celina se quedaron en Caen con él. El 27 de Abril de 1890 Paulina pintó un cuadro de 5 lilas soportando un paño de la Sagrada Cara para el cumpleaños de Celina. Cada lila representaba cada una de las cinco hijas. Las Yemas sin florecer eran símbolo de cada hermano y hermana que habían muerto siendo niños. El tallo mismo representaba a su madre y las espinas que envolvían la lila simbolizaban la difícil situación de su padre. Paulina le dijo a Celina: “Tú eres la lila más bella cuyos pétalos soportan la Sagrada Cara.” (TOL) La Sagrada Cara se había convertido en el símbolo de la familia Martin y su sufrimiento. Teresa era constantemente humillada en frente de las otras monjas durante su periodo de noviciado sin una razón justificable. Le molestaba a Paulina ver a su hermana ser tratada injustamente. Paulina se acercó a la Prior y le habló del duro tratamiento hacía su hermana. Paulina pensó que la Priora se había sobrepasado en sus lecciones sobre humildad y quería que se parase la forma de tratar a su hermana de esa manera. De todas maneras, la Priora no estuvo de acuerdo completamente y respondió a Paulina diciendo: “Bueno, esta es una de las desventajas de tener hermanas… ella tiene más orgullo de lo que tú piensas y necesita ser humillada constantemente.” (SO) Paulina escribió varias notas a Teresa apoyándola y consolándola durante este periodo de humildad. En Mayo de 1890, Paulina tomó su retiro anual dentro del monasterio. Teresa obtuvo permiso para escribirle porque ella era aún novicia. Con su Ser inundado por las constantes humillaciones sufridas a manos de la Priora, Teresa alude a Paulina la necesidad de alguna iluminación espiritual para ayudarla a aguantarlo. Teresa le escribió: “Queridísimo cordero, ¿Lo entiendes? Aunque mi corazón no puede expresar lo que siento… Tú, quien eres la antorcha de Jesús para iluminar mis pasos en los oscuros caminos del exilio, ten piedad de mi debilidad, escóndeme bajo tu velo y que yo pueda compartir tu luz.” (CL) En su momento, Paulina le envió numerosas notas para consolar a Teresa y darle esperanza e iluminación en su espíritu de Fe. Paulina reiteró la necesidad de su hermana de centrarse solamente en Jesús y Jesús sólo. Teresa responde y le dice lo bendecida que se siente de que ella sea su “Madre sustituta” también le dice que fue “ella quien le enseñó a amar a Jesús, y a buscarlo sólo a Él.” (CL) Paulina también le da importancia a que Teresa siempre se quede escondida y no sea fuente de iluminación para otros. Debemos buscar a Jesús para ser su sola fuente de Luz. “No nos dejes decir una palabra que haga que otros piensen más de nosotros.” (CL) Paulina mantuvo su objetivo en Jesús solamente. Juan 12:23-25 “Jesús les contestó, diciendo: La hora ha llegado, que el Hijo del hombre sea glorificado. Amen, amen, Yo os digo a vosotros, salvo que el grano de trigo al caer al suelo muera, el mismo quedará solo. Pero si muere, traerá muchos frutos. Él que amo su vida la perderá; y si hubiese odiado su vida en este mundo, guárdala para su vida eterna.” Él fue la única y verdadera fuente de amor para que ella superase muchos obstáculos mientras estaba en exilio aquí en la tierra. Al final de sus retiros, Paulina se reunía con sus hermanas una vez más y volvería a realizar sus tareas diarias en el monasterio. Lo más importante, Teresa siempre se emocionaba de tener a su “Madre sustituta” de vuelta. Teresa le dijo a Paulina en Mayo de 1890: “El pobre corderito siempre tendrá de vuelta a su madre, al fin… Le doy gracias a Jesús por haberme dado a ti y por entender las necesidades de mi alma. El Silencio, ese es mi lenguaje que te dirá todo lo que pasa en mi alma.” (CL) En Agosto de 1890, Paulina fue atacada verbalmente por la Priora y esta le dijo muchas veces lo que le hacía daño en su corazón. Además del ataque negativo, Paulina sufrió de bronquitis, para lo que el médico le prescribió que tomase un tónico de Quinina. Tuvo que quedarse durante un tiempo en la enfermería durante su enfermedad. Fue un tiempo difícil para Paulina tanto física como emocionalmente. Teresa intentó consolarla en una nota que le escribió: “Si, alegrías para nosotras será sufrir… La Gracia de ayer requiere la coronación y Jesús te lo dio a ti. Oh, a ti… quien eres mi luz, pide a Jesús que permita a nuestras almas que no se les prive y que la oscuridad las ilumine.” (CL) Escrito cerca:: R. Hann Traducido cerca Yolanda y familia Bibliografía Abbé Combes, ed. Collected Letters Of Saint Thérèse of Lisieux . (CL) New York: Sheed & Ward, 1949. Dolan, Albert H. Rev.. Collected Little Flower Works. 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Madre Inés de Jesús María Paulina Martin "La Perla de Lisieux" |
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7 de Septiembre, 1861-28 de Julio, 1951 |
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“Jesús nos pide ser santos. Él necesita almas completamente devotas que se rindan totalmente a Su Divina Satisfacción.”... - Madre Inés de Jesús |
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